Ella era toda poesía que se escribía en Madrid. Era el verso más bonito de Gran Vía, la boca más hermosa de Malasaña, los ojos más tímidos de los cisnes del Callao, la cabeza más heavy que había pasado por Argüelles, la cintura más bonita que se viese por el Metro, las piernas más largas de Plaza Mayor, la falda más corta de Montera, la musa que aún seguía inspirando a la estatua de Béquer, el rayo de sol más brillante de una tarde de domingo del Retiro, la reliquia más bonita del Rastro, la que podía domar los leones de Cibeles, la quinta torre de Madrid, el Palacio más Real de todo mi reino.
Madrid es ella, y yo solo una de sus calles..
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