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Después de un invierno malo, una mala primavera...

Y luego está ella, (que no sabe que se ha enfrentado en un duelo con la tristeza. Que se enfoca entre la gente de las calles de Madrid, que vive en cada uno de mis versos, y yo en cada uno de sus besos. Que se prende en llamas mientras se fuma un piti en la terraza de mi balcón en bragas a las 9 de mi tarde, y de su noche. Ella, como un rayo de luz en las vidrieras de una catedral me inunda con su risa.  Que le hecha más azúcar que leche a su café en la encimera de la cocina. La misma que los viernes noche es el semáforo en rojo para todos coches, peatones, dudas, y miedos, es la misma que llora negro y se pinta los labios de rojo burdeos. Con sus hombros al descubierto y sus piernas infinitas. Que es libre y ama, ama y ama. Que es feliz y no. Que se desenvuelve en torbellinos y está tan rota que es preciosa.
Y luego está ella,) que no tiene miedo a nada, que vive rápido y ríe fuerte y sabe de tristeza pero le suena mal, ella, tan eternamente joven, eternamente suya, eternamente eterna...
mfr


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